Viajar es irse, fugarse, moverse siempre hacia adelante y de vez en cuando regresar para de nuevo volver a partir

domingo, 29 de marzo de 2009

Murree I


La ciudad de Murree y sus colinas circundantes están considerados como la puerta del Himalaya, está situada a unos 2300 metros sobre el nivel del mar; y si, esa altura no es para llamarlas colinas sino montañas, de hecho en cualquier país del mundo serían montañas, pero como todo en esta vida es relativo y condicionado a las comparaciones más odiosas y estas montañas de más de dos mil metros de altura están a las puertas de los montes más altos del mundo, la cordillera del Karacolum, con ocho picos por encima de los ocho mil metros de altura, y claro, con esas comparaciones no hay quien pueda, ni cuerpo que lo aguante.






Murree fue en época de los británicos la ciudad residencial donde ellos pasaban los veranos, la razones porqué escogieron ese pueblo escondido entre montañas a las mismas puertas del Himalaya para pasar el estío eran por el clima tan benigno que posee esta zona en verano en contraposición al que por esas fechas hace en el resto de la zona de lo que por entonces era la India, unos cinco o seis meses se convierte en un verdadero infierno, con temperaturas agobiantes de más de 45º y una humedad por encima del 90%, que ríete tu ( me lo han puesto tan duro y tan negro que estoy acojonado pensando como voy a pasar el verano con esos calores).




Os tengo que contar que hoy no estaba programado este viaje, el previsto para hoy era ir a conocer Taxila, ciudad cuna del budismo mundial, con los restos más antiguos conocidos de esta religión y con las estatuas de Buda más antiguas del mundo y unos más que interesantes restos arqueológicos. Además, al principio no iba a ir solo pero interferencias varias de última hora me he dejado solo; y, como el buey solo bien se lame, y tenía unas ganas imperiosoas de ver Murree, he cambiado el recorrido hacia las montañas y me he ido como me pedía el cuerpo mucho mas lejos y dejo Taxila quizás para el próximo martes.




Hace poco me dice una persona la mar de interesante y culta que en todas las ciudades del mundo hay un hotel que se llama Embajador y que, por alguna razón que se le escapaba suelen ser de lo mas cutre y en Murree se me confirmó, solo que aquí no es de los más cutre, es uno mas del montón, aquí son todos parecidos.






La calle principal y adyacentes están atestadas de comercios y bazares.







Me piden dinero sin parar, antes siempre lo daba, ¿que es para uno unas monedas? Pero ahora no doy nada por las calles salvo excepciones, y menos a los niños, aprendí la lección; si se te ocurre dar algo olvídate de hacer otra cosa que estar rodeado de gente pidiéndote que no te dejan ni caminar, y si son niños fomentas que sus padres los tengan fuera de las escuelas buscando dinero, en su lugar prefiero colaborar con el Hospicio de San José en Rawalpindi, que lo llevan dos misioneras ya entradas en años que son dos personas maravillosas que se dejan la vida por los pobres y que algún día os contaré más detenidamente la labor tan inmensa que hacen aquí con las gentes abandonadas, algunos por sus propios parientes ...niños, impedidos, enfermos mentales, mujeres, ancianos... Os aseguro que os va impresionar, y mucho.




Carnicería en un cruce medio del monte entre el Murree viejo y el nuevo, observad la pieza de carne en el suelo a la izquierda de la foto; no, no la han tirado, la tienen ahí esperando a colgarla.







Hoy hacía un día de perros, niebla espesa, lluvia, frío y granizo. Para sacar fotos no es lo mejor, pero es lo que hay y además así me da el pretexto para volver alguna vez, solo que la próxima vez haré noche en algún hotel de la ciudad y sobre todo espero tener mejor tiempo.




A falta de mejor compañía, en el viaje he cogido a dos personas, un padre y su hijo de unos catorce años que esperaban en medio de la carretera bajo la lluvia, me hicieron una seña y me dio reparo ver al crío bajo tanta lluvia y el frío tan intenso, eran dos lugareños de pocos recursos y enteleridos por el frío en la mitad de la nada y que solo hablaban hurdu, pero no importaba, nos entendemos por señas y lenguaje corporal; además, el viaje con compañía es siempre mucho mejor. Sé que no es lo más aconsejado según las normas de seguridad pero he obrado como me hubiera gustado que hicieran conmigo y mis hijos. Cuando hemos llegado al lugar donde se bajaban me lo han agradecido como solo saben hacerlo las buenas gentes de este mundo, con el corazón, el padre me da un abrazo sincero, me da su numero de Tel. por si necesito algo, me ha querido invitar a tomar un te pero he declinado la invitación por la prisas y las ganas de llegar a Murree, pero el ha insistido, ha dejado el hijo en el coche esperando y ha ido a por una lata de refresco en este puesto de la foto de arriba, y me la ha regalado con todo el cariño del mundo en muestra de agradecimiento con un dinero que seguro le hace falta mucho; no la pienso beber, la dejo así como está para recordarme que es el agradecimiento sincero y la amistad de la gente buena, de buen corazón; para recordarme que lo mejor del viaje es la gente que conocemos en el camino y lo demás son tonterías. Que cada día estoy más convencido que el mejor y más difícil viaje es el que se hace al fondo del corazón de las personas.












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