Amigo querido:
En la música encuentro los resquicios emocionales
a los que me aferro con todas mis fuerzas
para no perderme en el negro vacío del olvido;
acordes perdidos... profundas marcas;
cicatrices en la piel y en mi memoria
con las que recordar que hemos vivido; si, siempre juntos...
Tu, y yo, nosotros... la amistad,
el ajedrez y sobre el tablero esas eternas conversaciones sobre
lo Divino y lo humano... los buenos libros, viajes
y el buen vino rojo de nuestra tierra,
fruto del sol y sus barros que calienta las venas.
el ajedrez y sobre el tablero esas eternas conversaciones sobre
lo Divino y lo humano... los buenos libros, viajes
y el buen vino rojo de nuestra tierra,
fruto del sol y sus barros que calienta las venas.
¿Y la música?
yo escojo la pastilla roja para no olvidar... y la azul para soportar el trágico paso del tiempo,
ese que nos separó y se burla de mis deseos... ¡Que me hiere el alma!
¡La música! ¡Si! ¡¡¡La música!!!
encuentro el mayor placer y toda la paz del mundo;
eres un gran premio y doy gracias al cielo por ello:
Y mientras, aprovecho el momento
amigo del alma, levanto mi copa al cielo
llena de vino rojo y brindo a gritos:
amigo del alma, levanto mi copa al cielo
llena de vino rojo y brindo a gritos:
¡¡¡Por la amistad que nos une desde niños!!!
Brindo por tu salud y por todos los tuyos
que son también los míos...
¡Brindo por nuestra eterna felicidad!
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